El Nuevo Despertar de la Bicicleta: Despues de la Pandemia
Ensayo fotográfico
Mark Cramer (author of Old Man on a Green Bike and Urban Everesting)
Durante el confinamiento, hay ciudades en todos los continentes que han descubierto las maravillas del aire limpio. Han respondido con medidas “concretas” para animar a más ciudadanos a utilizar la bicicleta. En la región parisina, por ejemplo, con la simple aplicación de pintura blanca y amarilla, dando así prioridad al ciclista en vez de dársela a los vehículos motorizados. Han sido al principio medidas temporales, pero a una semana después de terminar el confinamiento, estas calles continúan con la prioridad al ciclista.
Nuestras autoridades municipales saben que entre más gente que usa la bicicleta como transporte, más pronto podremos llegar a ser una utopía de aire limpio, para todos los ciudadanos y no simplemente para los que pedalean.
En el American Journal of Public Health, investigadores holandeses han mostrado que los empleados que van a sus trabajos regularmente en bicicleta ganan una hora extra de vida por cada hora viajada con la energía humana. ¡Imagínense! Una hora extra de esperanza de vida por cada hora pedaleada. Quiere decir que en términos de tiempo neto, no están perdiendo una hora de viaje sino ganando una hora de vida.
Se podrían evitar miles de muertes por año causadas por el aire contaminado si una parte mucho mayor de desplazamientos se hicieran en bicicleta o con alguna otra forma de transporte activo en vez de utilizar el automóvil.
Alrededor del mundo, las asociaciones de ciclistas hacen conocer estos hechos a los gobiernos municipales, por medio de manifestaciones alegres en bicicleta, tales como estos dos grupos, uno en Paris (MDB: Mieux se Déplacer à Bicyclette) y el otro en La Paz, Bolivia (Masa Crítica-La Paz).
La presencia cada vez más creciente de ciclistas en las calles ha convencido a las autoridades municipalidades a hacer facilidades óptimas para el ciclista. Como resultado, hay un aumento de pistas e intersecciones protegidas, de ciclorutas, de calles con velocidad reducida con prioridad a la bicicleta y los parqueos adecuados.
Cuanta más protección haya para el ciclista, aumentará más el porcentaje de desplazamientos en bicicleta. Pero ¿qué hacer para promover la bicicleta como transporte en ciudades montañosas con pendientes empinadas o en otras ciudades muy extendidas con largas distancias? En estos casos, la mezcla de la bici con el transporte público puede servir para sobrepasar los obstáculos. Veamos un ejemplo extremo, La Paz, Bolivia, a 12,000 pies sobre el nivel de mar, donde los que viajan con su bicicleta pueden utilizar el sistema Mi Teleférico de diez líneas de cabinas aéreas.
Uno de los desafíos más fuertes para el ciclista en Los Angeles, California son las larguísimas distancias. Pero ahora se puede pedalear desde la casa hasta el tren Metrolink, y des descender en la estación más próxima a su destino.
Cada vez que un ciudadano se desplaza en bicicleta en vez de utilizar un auto, el factor “un-auto-menos” se traduce en una reducción de emisións CO2, y la misma dinámica funciona con el cicloturismo, en que el arte de viajar se profundiza con una relación más próxima con el territorio y sus pobladores.
Con el cicloturismo, un viajero no abarca las mismas distancias que un conductor de auto, pero en cambio, desde la silla de la bicicleta hay un vínculo más vívido e íntimo con los alrededores. Como dijo Ernest Hemingway, “En bicicleta uno siente mejor los contornos del país.”
La buena noticia es que podemos montar bicicleta por un interés personal: la alegría, los beneficios de salud y los ahorros de dinero, y luego, sin ni siquiera pensar, los beneficios para el medioambiente. Se habla mucho sobre la necesidad de limitarnos en el consumo de energía para salvar el planeta, pero con la bicicleta no hay ningún sacrificio. Nuestro interés propio coincide con el mejor interés para el clima.
Resultado: más diversión, mejor salud y más ahorros (por lo menos $8,000 por año al cambiar un auto por una bicicleta) son ventajas que se pueden medir, pero no nos olvidemos de otra ventaja menos tangible: la convivialidad.
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